Abandonado teníamos el blog, pero antes de continuar contando la aventura, necesitábamos ordenar los recuerdos en nuestra cabeza. La intensidad con que se viven los días allí, hace que cueste ubicar cronológicamente muchos de los momentos y anécdotas vividos.
El primer día comenzaba temprano, muy temprano, en Algeciras, donde ya llegamos tarde el día anterior (empezábamos a acumular sueño). Había que estar a las 7:15 en el puerto de la ciudad, y así embarcar en el ferry que partía a las 8:00. Y es que la logística de mover a todos los participantes más todos los automóviles de la organización, incluido el camión de asistencia, pues no es sencillo. Pero bueno, allí llegamos y el embarque de coches ya había comenzado.
El camión de asistencia, o como nosotros le llamábamos: la vaca. |
Una vez a bordo había que resolver un par de trámites aduaneros, por un lado visar los pasaportes y después los permisos para introducir el coche en Marruecos. Imaginaros las colas, así que nos lo tomamos con calma y a última hora resolvimos lo nuestro, evitándonos estar allí de pie esperando nuestro turno durante la hora y media que duraba la travesía.
Desembarcamos en el puerto de Tanger MED, a unos 50 kilómetros de Tánger ciudad, cambiamos euros por dirhams, nos comprueban el SPOT (el localizador con el que muchos nos pudisteis seguir, que además servía en caso de emergencia para avisar a la organización), colocamos la barra con los focos y el esnorquel, y en fila de a uno nos dirigímos al arco de salida. Por delante más de 500 kilómetros, perfectos para ir cogiéndole el punto al Road Book, de los cuales 30 a mitad de trayecto supondrían el primer tramo cronometrádo.
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Antes de la biodramina... |
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...después de la biodramina... |
Ya lo advertía la organización que sería una etapa dura por los kilómetros, pero que el hecho de hacerlo así se justifica en vista a estar lo más pronto posible en las regiones del sur.
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Fuerza. |
Y llegamos al kilómetro 234 donde abandonamos el asfalto y comienza el sector de velocidad media. Caos. Un embudo de coches nos hacinamos a la entrada de la pista, normal, si no fuera por la cantidad de gente que se agolpaba alrededor nuestra, sobre todo niños y jóvenes que se empeñaban en pedirnos cosas. Desde comida y bebida, pasando por ropa o balones, hasta tabaco... incluso los más pequeños... en medio de este jaleo nosotros tenemos que cambiar ruedas. Intercambiar las delanteras, de carretera, con las traseras, de tacos. Una odisea hacerlo. Y cuando sólo teníamos tres coches por delante, para que llegara nuestro turno de salida, bajamos las ventanillas para colocar los retrovisores aprovechando que no teníamos a nadie encima nuestro. Ya las estábamos cerrando y de repente niños, un chaval mete la mano por el hueco que quedaba abierto, y se lleva de mi cara las gafas... no fuimos los únicos que sufrimos estos robos, más gafas, chaquetas, maleteros abiertos... fallo enorme de la organización. Al final lo material, material es, pero podría haber tenido lugar algún accidente, algún conflicto entre la gente y los participantes. Deberían de haber acotado la zona.
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Parecen buenos... y muchos lo son. |
Esto no nos iba a amargar el día y, menos, la semana que teníamos por delante.
Este tramo de pistas, nos abrió el apetito de más, disfrutamos, y supimos desde el primer momento que esto no iban a ser unas vacaciones de arrascarse la barriga. Pasamos un tramo de agua, que tuvimos que rodear porque el coche que llevábamos delante quedó parado al borde de la otra orilla, casi nos quedamos nosotros también por el camino alternativo lleno de barro. Continuamos, pasamos un tramo de arena donde nos quedamos parados, pero que salvamos con un pequeño empujón. Y llegando al final una zona de arena con infinidad de coches atrancados; tenemos que escoger bien la zona de paso, nos abrimos bien rodeando al resto, parece que está más firme, pero es sólo un espejismo. La capa superior si que está más dura y aguanta por una persona, pero el Marbella con sus más de 700 kilos y la carga ya es demasiado. No hay marcha atrás, primera a fondo y volanteando parece que avanzamos, a escasos 30 metros de salir de esta trampa nos quedamos atrapados también. Así pudimos aprender otro juego: el de que antes de que te ayuden hay que ayudar. Colaboramos en sacar un par de coches, luego el nuestro, después otro más y a correr, los que vengan detrás se tienen que arreglar entre ellos. Es así.
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El primer campamento. |
Más pistas hasta terminar el tramo y carretera. Todavía quedan unos 250 kilómetros interminables hasta el campamento. En este punto nos juntamos que los otros dos coches asturianos, el de Isabel y Javi y el de Jonás y Alberto. ¡El de los primeros sin parabrisas! Después de ayudar a los segundos cuando se quedaron embachados, estos se pusieron delante y una piedra que salió proyectada les reventó el cristal. ¡Qué frío pasaron! Para llegar al campamento, que estaba a más de 1500 metros de altura, pasamos un puerto a casi 2500, con la nieve por las cunetas y ya de noche. Menuda odisea. Llegamos cansados y tarde, montamos la tienda, revisamos el coche, ducha rápida, cena y a dormir, al día siguiente empezábamos muy temprano.
¡Ah, qué frío pasamos esa noche!
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